Mio [Sebastian & Elizabeth]

Solo un mustang blanco convertible se observaba ir a gran velocidad sobre la autopista, podía asegurarse que su destino era la playa, dentro de este una hermosa mujer de cabello extravagante de un hermoso color rosa chicle, que resplandecía claramente con sencillez a la luz del día, su cabello revoloteaba con la brisa del viento por la velocidad del auto, con unos lentes obscuros sobre sus ojos y un cigarrillo entre sus dedos, de sus dulzosos labios soltaba aquel exquisito aroma dejándolo ir rápidamente a la intemperie.

Se tapo la nariz al estar casi por llegar a la playa, se quito los lentes de enzima, guardándolos en la guantera del auto, dejando sus hermosas orbes azules a la vista, se percato rápidamente de un inmunde apeste sobre la playa, el olor a ángel rastrero con actitud de hipocresía obsoleta, o si a esa porquería se le podía llamar de alguna manera ángel, hiso un gesto de desagrado y simplemente lo trato de dejar de lado, aunque aquel olor producía un mareo sobre el sensible olfato de bella la mujer.

Paro el auto por completo y se bajo tranquilamente de él llegando satisfactoriamente a su destino, había terminado con su cigarrillo y lo tiro directo al piso desechándolo simplemente, su vestimenta se pudo observar con mejor claridad, con un traje de baño blanco de dos piezas por encima de su piel, cubriéndolo unos shorts de mezclilla cortos con el cierre abajo, aquella hermosa mujer no necesitaba mostrar por completo su maravilloso cuerpo para que los hombres cayeran con sencillez rendidos a sus pies, ademas de que no queria provocarle infartos instantaneos a las criaturas que pudiesen estar en ese lugar, pero claro su vanidad no era tan detestable para sentirse una diosa andante en aquella playa, ya que sencillamente lo era y lo sabía perfectamente, aquella arrogancia que se traía encima simplemente hacia que su rostro y aspecto se mostrara extremadamente atractible. Tomo su bolsa de mano y cerro el auto, su vista se mostro hasta aquella playa delante de ella y camino tranquilamente hasta llegar a esta.

Su cuerpo denotaba el excitante y único olor a sexo que solo ella poseía, su piel brillaba espectacularmente con los rayos de sol, por supuesto una mujer con esa belleza no pasaba a desapercibida ni siquiera por la misma naturaleza, mientras caminaba a paso lento, el viento se paseaba por su cuerpo como acariciando su piel tersa y suave, se entremetía entre su cabello levantándolo con estilo a su andar, unas pequeñas gotas de agua humedecían su camino, el olaje creaba un ritmo a cada paso que daba y su sonrisa perfecta aparecía sobre su faz.

La peli rosa parecía estar de buen humor, sentía las miradas tanto de hombres como de mujeres puestas sobre ella observando cada movimiento que hiciera, pero simplemente no les daba importancia alguna he ahí su indiferencia contra el mundo, pero las ignoraba ya que estaba totalmente acostumbrada a ellas, llego hasta un puesto de paletas y helados sobre la playa, abrió con tranquilidad sus dulces labios provocando varios suspiros y alientos de quien había visto aquel acto de sensualidad, pidió una paleta de fresa y se la llevo a la boca, escucho como varios sujetos caían al piso y soltó una leve risa, pago aquella paleta y de nuevo comenzó a caminar en busca de alguna sombrilla ya que le jodia ponerse aquella sustancia blanca y cremosa sobre su cuerpo llamada por los humanos bloqueador. Tras caminar por unos minutos por la playa y bajo el sol a la vista de la peli rosa le atrajo una sombrilla que se encontraba muy cerca del mar, así que solo se acercó hasta ella y se recostó pasivamente dejando a un lado su bolsa, cerrando sus ojos tranquilamente.

OFF// Ustedes dos son malas, explotaran mi cerebro!!!

Llegue con un short playero normal, varias mujeres se me acercaban a preguntarme si tenía novia o algo por el estilo, por suerte para ese día me había puesto mi argolla de matrimonio para evitar ser acosado, cosa que al parecer era imposible ya que aun así me seguían, a lo mejor creí ver a Elizabeth, tal vez no era, por lo que seguí caminando para encontrarme con mi esposa, estaba emocionado, ya que al fin, vería su piel resplandeciente, aunque claro en donde nos habíamos metido la había visto realmente muy bien, aunque en mi cabeza a un pasaba mi encuentro con Elizabeth, aunque esa chica al parecer solo quería divertirse y yo tenía la oportunidad de volver a tener una familia feliz, con una mujer hermosa.

-Hola Karin-grite acercándome a mi esposa, abrazándola y cargándola mientras la besaba, sus labios tan fuertes, tan carnosos, esos labios rosas que siempre me habían gustado, por un momento los labios delgados y la sonrisa arrogante de Elizabeth cruzo mi mente como una bofetada de realidad.

-Te amo Karin-fue lo único que dije cuando me separe de ella, por un ligero tropezón con una vampira no mandaría al diablo mi matrimonio, no lo permitiría, que Elizabeth con su arrogante sonrisa, y confianza en sí misma lo arruinara, como si fuera tan sencillo conseguirme, podría acostarme con ella una y otra vez pero no me importaría, en mi corazón, solo estaba Karin.